La primera vez que vi un libro de Bertoni tenía como 18 años, estaba recién lanzada la antología que hizo la Diego Portales (Dicho sea de paso) y fue uno de mis primeros clics con la poesía (creo que el primero fue Nicanor Parra, cuando leí su antología Poemas para combatir la calvicie). Tiempo después, cuando dedicaba varias horas en recorrer la Biblioteca de Santiago, seguí por la senda de este perdedor y me topé con De vez en cuando, el que finalmente se convirtió en el libro que más he leído de Bertoni (y el que más he prestado, también). Eso fue el año dos mil cinco. No quiero hacer recurso de lo personal, pero ese año lo podría dividir en tres, sacar tres años distintos de esos mismos 365 días. El primero, el año dos mil cinco en donde el fracaso amoroso derrumbó cualquier posibilidad de saber qué es felicidad. El segundo dos mil cinco, marcado por la exquisita sensación de haber conocido a una mujer que logró hacer que volviera a sentir, que mi mirada baja se levantara y la encontrara a ella, justo, como si fuera magia. Y el tercero nuevamente quebrado por el sinsabor de la no correspondencia amorosa.
Monte Everest
Yo no necesito energías para subir el monte Everest yo las necesito para quitarme los calcetines para lavarme los dientes para llevarme la comida a la boca.
Cuando lo leo y lo releo más creo que se tiene que leer en orden y teniendo en cuenta que es un cúmulo de emociones que se entienden como cronológicas. Iniciado por un desamor que desgarra, que se lee como la impotencia que sólo puede provocar el desamor de verdad, el que mueve a los poetas como Bertoni a escribir. Cuando uno se logra acostumbrar o sobreponerse a este grito desesperado, se nos sorprende con la complicidad y el conformismo que expele la sensación de haber conquistado y atado a ese amor que parecía imposible.
Podríamos irnos
Podríamos irnos al desierto Pero a ti no te gusta el desierto, Te gusta el verde¡Vámonos a vivir a una palta entonces!y vivimos en la palta y nos comemos la palta y cuando lleguemos al cuesco cavamos un hueco y ahí nos quedamos desnudos tiritando de amor y de frío
Pero dejémonos de cosas. La tercera parte de libro es la que más llega. Es la vuelta a la pérdida, la expresión en verso del sentirse mal por amor. Es la necesidad de buscar una solución al dolor que por dentro lleva Bertoni. Con poemas como:
El otro clavoOtra mujermás hermosa que túes la soluciónme guste o no-la solución-Es la única soluciónuna mujer como la que acaba de pasar en ese auto por ejemplomorenitapelo cortomagistral
Entendemos este poemario en tres partes. Aunque, claro está, encontrar la estructura de un libro de Bertoni no tiene ninguna importancia. Bertoni es a gusto del consumidor.
