Damos la bienvenida al escritor y profesor Luis Alberto Tamayo, quien nos aportará semanalmente un comentario sobre alguno de los libros que están leyendo los más chicos. Hoy partimos con una reseña sobre el libro «El lugar más bonito del mundo», de Ann Cameron. Libro considerado obligatorio en varios colegios y que para muchos significó el comienzo dentro la exploración de la buena literatura.
Por Luis Alberto Tamayo*
Este libro, escrito por la estadounidense Ann Cameron, es una joya de esas que aparecen muy de tarde en tarde. Es un libro de esos que enganchan a toda la familia.
¿Literatura para niños? No. Simplemente buena literatura.
El fenómeno de la literatura para niños, hecha a gran escala, es más o menos reciente. Desde que empezaron a sonar las campanadas de alarma de que los jóvenes no estaban leyendo y se estaban produciendo generaciones de analfabetos por desuso, las autoridades pusieron en práctica medidas para lograr eso que según todos los entendidos, asegura éxito en el aprendizaje: que los niños y adolescentes sean buenos lectores.
Junto con eso aparecieron también las empresas editoriales a la caza del dinero de los padres que debían comprar los libros que sus niños debían leer por obligación. Ahí empieza la lucha entre cantidad y calidad de las lecturas . Y hay cantidad, mucha literatura hecha, confeccionada a la medida para ser vendida a un grupo etario específico.
Surgen colecciones completas con autores que llegan a publicar varios libros por años. Producen libros como quien produce salchichas. Sagas interminables. Una cosa es clara, las editoriales ofrecen más cantidad que calidad.
¿Cuánto deben leer los niños? ¿Qué deben leer? ¿Tienen los profesores tiempo suficiente para leer y escoger con calma y sapiencia las lecturas de sus alumnos? La respuesta a esa pregunta es simple: en general no. Entonces cuando un profesor da con un libro que conmueve, un libro bien escrito que ayuda a conformar un dibujo certero sobre el mundo en que estamos insertos, entonces hay que pregonar esa buena nueva.
Este es el caso de esta historia. La historia de un niño pobre de Guatemala, un niño que tiene todo en contra, su pobreza, el abandono, el aislamiento geográfico, la falta de modelos. Bueno, en rigor no le falta todo, tiene una abuela, una abuela enorme, gigante, genial. Gigante para amar; ella piensa con la práctica del día a día, piensa con la supervivencia, piensa con su capacidad de amar.
Juan es un niño resiliente. Resiliencia, le han llamado los psicólogos positivistas a la capacidad, de una persona o grupo de personas, de seguir proyectándose en el futuro a pesar de las dificultades, la falta de oportunidad , la carencia de lo imprescindible. Salir adelante a pesar de todo. ¿Cómo se logra eso de ser siempre optimista? ¿Cómo se puede ser siempre positivo y mirar el mundo sin rencores? Eso hay que preguntárselo a Juan, un niño de siete años y a su abuela.
La enseñanza fundamental que nos regala este libro es qué «el lugar más bonito del mundo» puede ser cualquiera, pero será un lugar en que te traten con dignidad y puedas ir con la cabeza en alto; el lugar donde hay gente que te quiere y que tú quieres. La realidad latinoamericana ahí con nosotros. Es una abuela como tantas, memoria viva, la busca vida, la busca respuestas a preguntas claras. ¿Por qué hay países tan ricos y otros tan pobres? , ¿por qué hay gentes que tienen tanto y tienen además el corazón tan duro? Seguramente Juan, su nieto, junto a muchos niños de Latinoamérica construirán respuestas acertadas a estas preguntas.
Una gran historia, un aporte a blindar el alma de nuestros niños y niñas.
*Luis Alberto Tamayo es autor de los libros «Caballo Loco, campeón del mundo», «La goleta Virginia» y el volumen de cuentos «Ya es hora». También ha ganado diversos concursos literarios. Además, es profesor de lenguaje en el Colegio Altamira
*Luis Alberto Tamayo es autor de los libros «Caballo Loco, campeón del mundo», «La goleta Virginia» y el volumen de cuentos «Ya es hora». También ha ganado diversos concursos literarios. Además, es profesor de lenguaje en el Colegio Altamira