Cinco en una noche

Cinco en una noche

Por: Catalina Flores O.

Un show para recordar dieron ayer Demian Rodríguez, Kaskivano, el primerizo “Tito”, Ángelo Escobar y Chinoy (en su bienvenida no oficial). Desde las 20:30 horas deleitaron a todos los asistentes a “La casa en el aire” de Antonia López de Bello, en el barrio Bellavista.
Más de tres horas de espectáculo en un ambiente cercano donde a rato sentías que todos eran tus amigos y más encima veías a la mamá de Chinoy y Kaskivano al lado tuyo. Una locura. Hasta lágrimas salieron por ahí, pero eso es cuento aparte y no vale la pena contarlo por acá ni por ningún lugar. Se formó una atmósfera muy rica que iba cambiando a medida que el escenario – que tenía un banco de madera, guitarra y micrófono – cambiaba a quien se paraba en él.
Los muchachos
Demian Rodríguez fue el primero – nunca lo había visto cantar solo, tal vez por falta de calle musical –, pero me sorprendió. Sus melodías y letras son claramente parte de este movimiento de nueva música chilena. Tiene algo especial que dejó a mi acompañante y a mí con ganas de oír más.
Después Kaskivano, que además tocó el cajón peruano, fue otra cosa. No lo había escuchado en vivo y me encantó. En ningún minuto se me pasó por la cabeza el añejo prejuicio del “hermano de Chinoy”. Kaskivano tiene una onda más panketa, como si agarrara la guitarra y se pusiera a cantar lo que se le viniera a la cabeza. Más que energía, tiene garra. Notable. Debe haber sido el que más tocó, y no me dí ni cuenta.
Mención honrosa para el amigo de Kaskivano, “Tito”. “Tito” tocaba y componía con Kaskivano cuando eran chicos y tocó anoche por primera vez. Al principio fue arroz – acompañamiento –, pero después tocó una canción solo y sucedió algo muy bueno: parecía haber estado siempre en mi lista de mp3’s. De seguro estaremos escuchando más de él.
Ángelo Escobar también es bueno. Mi favorita es, sin duda, “Días de Alejandra”. Canta muy “afinadito”, como dice mi abuela, y esconde un vozarrón que no se percibe a simple vista ni entre su pelo crespo. Fue “mi primera vez” con él y – como si hubiese ido a comer a un restaurant nuevo y escribiera para algún diario medio pituco – le doy siete tenedores.
Chinoy, que era sin duda el personaje más esperado de la noche, hizo lo que sabe hacer.
Empezó a tocar y el silencio fue inmediato y absoluto. Se sentía un respeto extraño. No fue necesario que dijera palabra alguna, sólo cantó. Los ojos cerrados y más apretados que siempre de un Chinoy con corte de pelo nuevo, me dieron la impresión de que estaba triste, o tal vez chato, cansado. Un rato después paró de tocar y se fué entre la incertidumbre, y tal vez molestia, del público que tanto lo había esperado (desde mayo). Pero si no quiere tocar que no toque, en caso contrario, que se quede toda la noche. La voz, letras y rasgueos de Chinoy siempre superan las expectativas. Siempre.
¿El punto bajo de la noche? La gente que no pudo entrar. La entrada al local era con previa reserva y muchos no alcanzaron a reservar, o simplemente no tenían idea, así que los dejaron a todos afuera, muertos de frío. De todas maneras la gente se quedó escuchando desde afuera y mirando por la ventana.
El otro punto bajo: las sopaipillas (muy chicas).
En definitiva y como para ir cerrando el asuntito les digo: fue un show redondito y muy agradable. Si no fueron, se lo perdieron. Acá les dejo una galería de fotos y un video de Kaskivano para sacarles pica,

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  1. Anónimo

    la raja demiaaaaan!! toos stos cabros son muy buenos..sus letras son geinales.

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