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Ficción: Departamento de mujeres buenas

Por Cristóbal Carrasco B.
 
 
1. Debió ser tarde
cuando lo vi por primera vez, tan tarde como ahora.
 
2. Y llamé a
Cristian, que estaba en la casa mirando la tele.
 
3. Le dije que
viniera y no vino, y yo le respondí: “tenis, que venir, tenís que venir
altiro”, y él me dijo que no podía, que mejor me fuera para la casa.
 
4. Pero no le hice
caso, porque lo había visto y quería entrar.
 
5. Desde que la
Josefa lo dejó, Cristian ya no sale de casa. “Para qué”, dice, “si todo es
miseria y desolación”.
 
6. “Para qué”,
dice, “si afuera nadie me va a querer”
 
7. Y así lloraba
todos los días. Y yo, que no me gusta ver a la gente llorar sola, me ponía a
llorar con él.
 
8. Por ese tiempo
tenía una amiga que se llamaba Carla. Lo único que recuerdo de ella era que
tenía ojeras. Ojeras grandes y oscuras, que nunca terminaban de desaparecer,
quizás porque no dormía o porque había nacido así, pero jamás desaparecían.
 
9. Carla vivía a un
par de cuadras de nuestra casa. A veces me llamaba y otras veces la llamaba yo.
“Hola”, me decía, y salíamos a caminar por los pasajes.
 
10. “Ahora no hay
solo casas”, me decía, “ahora hay departamentos en los barrios”.
 
11. Y a veces
llegábamos a ver los edificios y los departamentos, que eran altos y feos y
oscuros.
 
12. También
construían otros edificios en el barrio y nos quedábamos mirando las
grúas  hasta que oscurecía y aparecían unas pequeñas luces rojas y
parpadeantes que nos caían bien.
 
13. Pero ese día
salí solo, y mientras miraba los departamentos, noté que en uno de ellos
alguien encendía y apagaba una luz. Luego noté que alguien sacaba una linterna
por la ventana y me alumbraba a mí.
 
14. Luego noté a
las mujeres del departamento. Estaban vestidas con túnicas de colores, con
gorros de colores, y bailaban y sonreían desde lo alto, desde el pequeño
espacio que dejaba la ventana.
 
15. Entonces pensé
en Cristian y fui feliz.
 
16. Pensé que había
encontrado un departamento donde las mujeres eran buenas y gentiles. Un
departamento donde las mujeres se reían de tus chistes y además sonreían y te
hacían la comida que querías. Un departamento donde las mujeres ponían el pan
en la mesa y te lo cortaban y le echaban mantequilla para ti.
 
17. Entonces dije
en voz alta: es un departamento de mujeres buenas.
 
18. Corrí hacia la
entrada del edificio, el conserje me sonrió, el ascensor se abrió justo antes
que llegara a él, subió solo hacia el piso y cuando salí, encontré un pasillo
iluminado con una puerta abierta al final.
 
19. Sonaba una
canción que decía “ta ta ta, ta ta ta”.
 
20. No sé por qué
recordé a la Carla en ese momento. Ella coleccionaba chinitas. A veces eran
chinitas muertas. A veces eran dibujos de chinitas, o sacapuntas con forma de
chinitas, o vasos con chinitas dibujadas.
 
21. Ella decía: las
chinitas son como esas luces rojas de la grúa, Andrés.
 
22. Y yo le
respondía: sí, sí, son iguales.
 
23. Entonces me
acerqué a la puerta y a la música. Sonaba como un ruido de la selva, un ruido
de tambores en medio de la noche.
 
24. Y ahí estaban
las mujeres, sonriéndome.
 
25. Les pedí un
teléfono para llamar de nuevo a Cristian. Le di la dirección y esperé entre los
sillones de las mujeres que serían de Cristian, las mujeres que lo harían
feliz.
 
26. Ellas decían:
sí, a Cristian lo haremos muy feliz.
 
27. Entonces llegó.
Abrió la puerta y las miró.
 
28. Ellas no lo
miraron.
 
29. Ellas no se
movieron.
 
30. Entonces
Cristian me habló fuerte y me tiró de la manga de mi polera. Me dijo que estaba
cansado.
31. Y yo quería
responderle que todos estamos cansados, siempre, en cada momento.
 
32. Y entonces se
puso a llorar.
 
33. Y yo me puse a
llorar con él.
 
 

Hablamos porque sabemos hablar

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