Por Cristian Ortega Puppo
“No Leer” es el libro de un lector ávido. Tal como lo menciona en el prólogo: “El placer de pasar la tarde leyendo fue, para mí, muy anterior al deseo de escribir. Y sigue siendo más pleno, más estable”. Pasarse una tarde entera leyendo este libro (este libro sobre libros) es un lujo, un deleite. Zambra logra, con su lenguaje bien estructurado, con sus palabras exactas, hacer que autores/novelas rebuscados/as parezcan accesibles. Logró que me cayera bien Pavese (lo logró mientras leía el libro. Lo terminé y me volvió a cargar).
Autores diversos. Roberto Bolaño entre los destacados, con un genial comentario sobre su poesía: “La poesía de Bolaño no se entiende” (página 101). Rescata la frase de Adolfo Couve, en el ensayo “Peras y manzanas”: “La novela es la poesía de los tontos”, dejando un campo minado para los lectores (¿cómo saldrá de ésta?). Un tema largo. ¿Poesía o prosa? ¿Peras o manzanas? ¿Proema?
El humor negro tiene cabida en el ensayo “Contra los poetas”, publicado en Etiqueta Negra el año 2008. Con una crítica/reflejo de los poetas actuales (¿de siempre?). A no mucha gente le cayó bien esta publicación. Acá el primer párrafo:
“A los veinte años ya acumulan experiencias importantes: han publicado poemas en revistas y antologías, han participado en talleres, han escrito artículos para anuarios escolares y quizá han concedido una o dos precoces entrevistas. Ya tienen listos sus primeros libros, que están a punto de aparecer en editoriales emergentes. Son libros muy malos, pero por ahora eso no importa. Sus poemas son largos y sentenciosos, abusan de los gerundios, de los signos de exclamación y de los puntos suspensivos. Leen a Vicente Huidobro, a Delmira Agustini y a Oliverio Girondo, pero sobre todo se leen los unos a los otros, en interminables sesiones sólo a veces amistosas.”
¿No es esto sino una muy sabia autocrítica? Zambra es crítico, logra tocar los nervios de los libros. Se mete en su sistema nervioso y nos presenta su parecer al que es imposible llevarle la contra. Se lee con un constante Sí en la cabeza. Sí: hablo de libros que no he leído como si los hubiera leído. Sí: nunca he leído a Sándor Márai. Sí: los poetas esperan junto al teléfono una pensión del gobierno, un homenaje o un viajecito al sur, lo que sea. Sí: parecen niños asustados, adolescentes ya muy viejos para suicidarse.
¿Por qué no incluyó sus críticas terribles de Isabel Allende? No sé. No están. No Leer es un libro positivo. No es Camilo Marks pateando en el suelo a los “iletrados”. Es un libro buena onda de literatura no ligth.
¿Introducción a la literatura?
No
¿Manual de literatura?
No
¿Literatura?
Sí. No. No sé. Mierda, ¡es Zambra! Se entiende Zambra. Tiene la voz de Zambra. La pulsión de Zambra viene incluida.
Al final, dos ensayos que hablan de sí mismo: “Árboles cerrados” y “De novela ni hablar”. El primero sobre cómo nació “Bonsái”. La forma en que comprimió el texto. Escribía diez líneas y borraba ocho. Un suplicio, una terapia. Sustrayendo mucho y sumando poco, dice. “De novela ni hablar” es sobre cómo escribir libros. No es un mini manual. No. Es la esencia, el olor, el dolor, que al parecer de Zambra, debería tener un libro:
“Se escribe para leer lo que queremos leer. Se escribe cuando no queremos leer a otros. Pero la mayor parte del tiempo queremos leer a otros”.
No Leer en mi casa:
En mi casa tengo varios tipos de libros. A éstos los considero “libros árboles”. A partir de sus ramas puedo llegar a otros. Logro hacer links. Está al lado de “Entre Paréntesis” (Bolaño) y de “Desvíos” (Echeverría). Desde estos libros puedo dirigir las lecturas y -por qué no decirlo- las búsquedas en Google de autores que no tenía la menor idea que existían.