«Lo bello no es sino promesa de la felicidad»
Baudelaire
fue una semana dura, pero ya estamos aquí otra vez, arrojándote un
salvavidas. Los sentimientos son oleaje vertiginoso y sabemos que no
es fácil: Las exigencias de vivir en una urbe productiva nos ponen
siempre al límite, para que demos lo mejor de nosotros, pero esto
conlleva grandes dosis de ansiedad. Una ansiedad hermosa, acaso.
Primero trabajamos más de lo que quisiéramos y descuidamos el
jardín de nuestras amistades y pasatiempos. «Ya habrá tiempo
para nuestro jardín», decimos. Después nuestro jardín se
transforma en un desierto y no queda más que seguir hacia adelante.
Por eso te venimos a recordar la decisión que tomaste y ayudarte a
continuar con ella hasta el final. ¡Arriba el ánimo! Cuéntanos
qué cosa está fallando ¿Tu pareja? ¿Tus hijos? ¿Tu pasado? ¿Tu
futuro? Sabremos encontrar a los mejores escritores, que en su
situación de desempleo estarán siempre dispuestos a combatir junto
a ti la infelicidad en sus numerosos frentes. Cada genio para
fortalecer al corazón que más lo necesite. Esta semana recibimos
muchas consultas y eso, claro, nos da alegría. ¡Quisieramos
responder a todas! Pero escogemos como siempre esas que te serán de
utilidad. Así que respira profundo y date un tiempo para saber que
no estás solo.
Estimados:
La última vez que salí fue con un artista escultor.
Era muy respetuoso. Me llevó a comer, conversamos un poco de los
amigos en común y después enumeró todos los países donde había
vendido sus cuadros. Le dije que me parecía interesante la gente que
viajaba. Él me dijo de repente que yo tenía una belleza exótica,
como las mujeres de Gauguin. Le dije que gracias, pero que yo no
sabía quién era Gauguin. Me dijo que eso no importaba, porque las
mujeres de Gauguin tampoco sabían quién era Gauguin. Me preguntó
por la tienda de diseño donde trabajo (elijo la ropa que se vende).
Después le pregunté por sus cuadros. Me dijo que eran abstractos.
Le dije que yo de pintura no sabía mucho, que a lo más tengo los
típicos cuadros de Guayasamín en mi departamento. Me acordé de mi
hijo, que nunca me puede explicar bien lo que se quedó estudiando
hasta tarde (al otro día hay que rogarle para que se levante y me
ayude en el almuerzo). Al final, comiendo el postre hablamos de
nuestras ex parejas, y él me dijo que la mayoría de ellas eran
buenas conversando de arte. Aunque eran muy neuróticas, dijo
después, riéndose. Fue muy caballero y me llevó a mi casa en auto,
pero no me ha vuelto a llamar. ¿Será debilidad mía querer una
pareja?
Yo quería ser diseñadora para teatro, pero tuve una
familia y preferí cuidarla. Quizás ese fue mi error. Ahora tengo 45
años y sólo una noche a la semana para salir, porque con mi hijo
nos turnamos para cuidar a la Maca, mi hija chica. Si de mí
dependiera, ella no sería fanática de Hanna Montana y Justin
Bieber, pero no me queda tiempo y no tengo otra opción que comprarle
los posters y los discos. Le enseñaría a cuidar las plantas, le
ayudaría en sus tareas, la llevaría al teatro, al cine. Su papá me
da plata apenas para comprarle comida. No lo voy a demandar, porque
al final son los hijos quienes sufren con eso. Sé que una tiene que
cambiar la perspectiva en estos tiempos, y empezar a creer que lo
malo también puede ser bueno, pero no me resulta, ni con las
pastillas para dormir, ni con las pastillas para despertar. Ah, y por
si acaso, no soy creyente de nada, toda esta vida me he sacrificado
yo sola y así me la he ganado, no le pido ayuda ni a Dios, ni
tampoco creo en las leseras de la revolución de las que habla mi
hijo. No sé si tienen alguna escritora madura que me pueda entender
y darme algunos consejos, que de algo sirva escribir bonito.
Mónica
Querida Mónica:
Primera regla: ¡No hay que achacarse! Segundo: Tienes
45, eres guapa y eres profesional. O sea, todo por delante. Y se nota
que tienes fuerza. Tú eres un signo de tierra. ¿Tauro, Capricornio?
Y tu hijo debe ser de fuego, la típica arrogancia de Sagitario, nos
mira desde arriba mientras que uno les paga el techo y les prepara la
comida. Para esta semana te recomiendo vestirte con colores blancos y
poner un girasol en tu pieza. A buscar la luz se ha dicho. O sea,
esos cuadros de Guayasamin, fuera. Prepárate, puede ser que recibas
una buena oferta de trabajo. ¿Aumento de sueldo? ¿Te suena?
Mentalizate, el pensamiento atrae lo que quieres.
Con tus citas románticas: ¿A quién le interesa
escuchar a un pedante hablando de cuadros? La próxima vez que te
lleven a bailar. La fiesta sigue en la cama. Si buscas algo más
serio, ¿revistaste ya nuestra sección de cupido? Si no encontraste
nada, ¿por qué no describes tú al hombre que sueñas? Se puede
hacer realidad. Despliega tu ser femenino y siéntete reina.
Con la Maca no te preocupes, así son las niñas ahora.
Seguro que habla inglés mejor que tú. A eso llamo yo cambiar la
perspectiva. Por ejemplo, puede ser que trabajes mucho, pero por lo
menos en ese momento no estás gastando lo que ganas. La felicidad
también se construye así Mónica, con pequeños detalles, sutiles
consideraciones. ¿Querías ser diseñadora de teatro? Piensa que la
vida es tu escenario. Ahora, diséñalo como tú quieras. Pero no te
quedes en los bastidores. Eres el personaje principal.
Estimados:
sé reconocer qué me hace infeliz, acaso porque todo en mí es
infelicidad. Dicen que sólo un niño puede embargarse tanto en un
sentimiento. Quizás todavía soy ese niño, todavía espero, al
mirar el cielo, que las estrellas me tengan reservado un destino
especial, un poco de heroísmo en esta broma terrible. Pero tengo
miedo de que antes de morir solo acuda a mi cabeza alguna de las
canciones triviales guardadas inevitablemente en mi memoria, el
jingle de
un matinal. ¿A quién le interesan en todo caso estos cojeos? No me
resisto a decirlo: siento que todavía no aprendo del todo a caminar,
a ponerme de pie como un hombre. Mi primera tristeza fue saber que no
basta con estar vivo para seguir viviendo. Mi amigo es artista. Lo
que es el arte para mí, aprender distintas formas de ponerme a
llorar. A mi amigo le gustan las lecturas espirituales. A veces habla
de la reencarnación, pero yo quisera que ésta fuera mi única vida,
o mi última. Me aterra pensar que tendré que comenzar de nuevo, que
tengo que hacer las cosas bien para que mi próxima mamá no sea una
pastabasera prostituida por su proveedor. Pero, ¿qué es hacer las
cosas bien? Una y otra vez el hombre se ilusiona intentando superar
su condición, pero el barro del que está hecho lo traiciona.
Siempre lo va a traicionar. Yo prefiero ser ese barro, sin más
esperanza. Mi amigo me dijo que quizás, después de la muerte, uno
siente eternamente lo que mas sintió durante su vida. Por eso él se
esfuerza mucho en ser feliz. Yo quisiera tener su fuerza, pero sólo
puedo envidiarlo. Y cuando me reflejo en esa envidia sólo veo a una
persona vil y asustada. Me pregunto si ustedes, al leer estas
palabras, no ven lo mismo. Gracias.
Fernando.
Querido Fernando:
Empezaba el año 1973. Yo estaba en Chile, 21 años, el
alma atrevida, helada. No estaba solo. Junto a mí habían otros
jovenes, inocentes, puros, hermosos. Todo dispuestos a sacrificamos
por un sueño inmenso, sabiendo que estabamos equivocados, porque la
vida sólo podía ser eso, una equivocación terrible a la que
teníamos que entregarnos con esperanza ciega, con la esperanza que
sólo pueden tener los locos y los niños. Y nos entregamos, y corrió
sudor, y corrieron lágrimas, y corrió semen, mierda y sangre. Sobre
todo corrió sangre. Y sangre es casi lo único que podemos ver los
que seguimos aquí, después de ver a nuestros amigos desfilar hacia
el abismo del terror latinoamericano.Yo también me asomé al abismo
y el abismo se asomó en mí. Cuando me asomo a tu carta no veo ni
sudor, ni lágrimas, ni sémen, ni mierda, ni sangre, y la verdad es
que prefiero el abismo del terror latinoamericano. Pero como me piden
que te de un consejo tendré que extenderme y decir que ser feliz es
como estar muerto, o estar enamorado, que son la misma cosa, aunque
sean precisamente lo opuesto. Creo que fue Pascal quien dijo que las
grandes almas no son la que encumbran una virtud en extremo, en
desmedro de su virtud contraria, sino que son capaces de unir ambos
polos. En mi caso, la entrega desinteresada y la capacidad
estratégica para sacarle partido; en el tuyo, ni idea. Lo que está
claro es que no pareces un niño sentimental, sino un viejo aterrado
de morir. De todas maneras me buscaría otro amigo y dejaría de
pedirle cosas a las estrellas. Las estrellas están solas y nosotros
también. Eso es lo único verdadero. Y la soledad puede ser
hermosa, como la soledad de los niños o de los viejos.
Estimados:
Mi polola ya no quiere ver más series. Dice que nos
estamos poniendo rutinarios. La última vez hasta propuse comprar una
pizza, pero ella no quizo. Yo le digo que por qué rutinario si
siempre vemos capítulos nuevos, pero ella dice que sus amigas en la
U ya no hablan de series, que van al teatro o a fiestas electrónicas.
Yo no sé bailar y no tengo plata para ir al teatro. ¿Qué hacer?
Matías
Querido Matías:
La pornografía se aviene mejor con las necesidades
productivas de nuestra sociedad, mucho mejor que la relación sexual
de pareja o casual, porque satisface el deseo de manera más expedita
e independiente de cualquier factor humano, como la exigencia de
afecto, la compasión que suscita la debilidad femenina, o el tiempo
que se pierde en las convenciones de la seducción. Si tu polola se
aburrió de las series, invitala a ver porno. Si no le gusta, será
mejor para ti dejarla ir. Con el dinero que te ahorraras de las
pizzas podrías atenderte con una prostituta. Nos dices cómo te fue.
Estimados amigos:
He perfeccionando mucho esta carta para que mantenga la
calidad de la revista. Y es que antes de ponerme manos a la obra con
mi nueva vocación de escritor, quise agradecerles por habermela
revelado. Pero al empezar la carta me pareció que no podía
encontrar una voz que me acomodara. Fui a las librerías y compré
algunos libros. Cada escritor tenía lo suyo, pero yo no podía
encontrar lo mío. Corté con mi novia, que me desconcentraba. Con el
tiempo, los rostros amistosos, aunque estaban frente a mí, fueron
recubriendose por una distancia espesa y cada vez más extensa, hasta
que sus gestos se articulaban como mecanismos viejos y remotos;
nuestras voces no hacían eco en el otro para volver transformadas y
amplificadas, salían de la boca y se enmudecían de inmediato,
absorbidas por una esponja inerte. Sin darme cuenta, comencé a pasar
la mayoría del tiempo en mi cama, rodeado por rumas de libros cada
vez más altas. Toda mi vida ha empezado a petrificarse, clasificada
con las palabras de los libros. He salido a pasear, tratando de ver
las cosas como por primera vez, tal como lo indican los libros sobre
paseos. Resulta inútil. Ahora no escribo para agradecerles, sino
para pedirles ayuda, aunque probablemente leer esta revista sea
enterrarme un poco más.
Jorge.
Querido Jorge:
Erase una vez un hombre que no hablaba sino para imitar
burlonamente la voz y maneras de los demás. No podía hacer otra
cosa. Acaso se le asomaba una sombra de crueldad en sus muecas, pero
él estimaba mucho la compañía del resto e intentaba no ser
despiadado al imitar al amigo que tenía al frente.
Al principio sus espectadores reían a carcajadas. Con
esto el hombre recibía gran confianza de sí. Pero luego, al pasar
los años, su alma se resintió y entendió que ser gracioso no era
suficiente. Quería de sus amigos algo más. Envidiaba esas
conversaciones en que ellos compartían lo más profundo de sí,
recibiendo la comprensión del otro y adquiriendo una idea más
íntegra de quiénes eran y de quiénes querían ser. El hombre sin
voz sabía que tenía que mantener silencio. De lo contrario,
violaría ese amistoso clima de confianza.
Sin embargo, ese silencio respetuoso trajo la
desconfianza de sus amigos, que empezaron a percibirlo como alguien
cada vez más extraño. El hombre sin voz simplemente quería tener
una voz y poder conversar como cualquiera. Pero se iba quedando solo.
Una vez, en medio de esas íntimas conversaciones, cuando cada cual
estaba revelando su interior con más desapego, el hombre sin voz no
pudo contener más la desesperación e irrumpió y se burló de cada
uno de sus amigos con tanta virulencia, que estos lo marginaron para
siempre.
La soledad no le sentó bien: No tenía palabras
propias para conversar consigo mismo, por lo que se producía en su
conciencia un silencio desolador, o un invasivo tropel de voces
ajenas. Los animales se apiadaron del hombre sin voz y un gato fue a
darle consejo. El hombre sin voz no tuvo más remedio que burlarse
del gato, pero el gato sabía lo que le esperaba y no prestó
importancia a la afrenta. Lo llevó al ensayo de unos payasos, que
gustaban del gato y lo agasajaban cada vez que podían. Por eso
acogieron al hombre sin voz cuando el gato lo presentó. El gato se
llevó a un rincón al hombre sin voz para advertirle que prestara
mucha atención a la actuación de cada payaso. El hombre sin voz
escuchó el consejo, no sin burlarse del gato, que después salió
por la ventana casi a punto de perder la paciencia. Frente a un
público selecto, los payasos practicaron el nuevo número que
preparaban y después pidieron la opinión de los espectadores.
Cuando llegó el turno del hombre sin voz, opinó burlándose de cada
uno de los payasos, que tuvieron gran regocijo y lo hicieron parte
del grupo. De ahí en adelante, el hombre sin voz actúa en el circo
y recibe muchos aplausos, pero aun extraña de manera inconsolable a
sus verdaderos amigos.
Creo, Jorge, que no le queda otra opción.
Gracias por acompañarnos en esta nueva entrega. En la
próxima, puedes ser tú el que reciba respuesta. No pierdas la
esperanza y si aun no escribes, ¿qué estás esperando? Todos
tenemos una infelicidad, aunque sea escondida muy adentro. Lo primero
es reconocerlo.