Por Arturo Santanac*
(*escritor)
Me compré Camanchaca en la Qué Leo del Drugstore, me hicieron un descuento. Me atendió una chica muy guapa (Macarena, unos 20 años, ondera, una de las mejores sonrisas que he visto en el último tiempo). En la micro comencé a leer. Lo primero que me enganchó: el epígrafe de Richard Ford .
Ahí tienes una historia de familia -dijo Bobby.
La historia de todo el mundo -respondí-.
La historia de siempre
Esencialmente es la historia de un viaje. Un viaje al norte en una Ford Ranger ploma. Viaja un hijo con su padre. No se ven mucho, se nota, se entiende en cada página. El padre tiene una nueva familia, una nueva mujer, una nueva vida al fin. El hijo no pertenece, pero acompaña, no por obligación sino por naturaleza, porque él es el hijo.
A páginas pares, se cuenta la historia cotidiana entre un hijo y su madre. A páginas impares, la historia actual del viaje al norte, con este padre medio mito medio verdad. Con párrafos cortos, con las ideas colgando. Diego Zúñiga pareciera que la deja dando bote, muestra la mitad para que nos imaginemos el resto. Da el pase y el lector sabrá si quiere hacer el gol o hacerse el huevón y pasar las páginas sin más.
Yo, en la primera leída, me hice el huevón.
Googlee un par de veces al autor con su novela, y me encontré con que el título original era “Murmullos”. Y sí, esta novela es una colección de murmullos. De esos murmullos que dan vuelta por la cabeza mientras andas por el metro y que piensas que no se te van a olvidar pero en realidad siempre se olvidan y quedan como eso, como simples murmullos / interferencias.
Lo último: El partido del Manchester con el Bayern, por la final de la Champions del `99.
El Bayern atacó todo el partido, iba ganando 1 a 0 desde el minuto 6. Una locura, el Camp Nou estaba que ardía. Era, más bien, un circo romano. Minuto 90, córner para el equipo de Beckham, ¡goool! Gol horrible, pero gol. Dos minutos más tarde, similar situación: Otro gol feísimo. El Manchester gana y los alemanes no lo pueden creer. Algunos lloran, se toman la cabeza,se tiran al pasto. Los rojos celebran, gritan, ríen.
Página 24: “Y yo me quedaba todo el día solo, viendo los partidos de esa Champions League de 1999”
Toma el libro, ármate de valor e intenta asimilar cosas. Zúñiga logra que las palabras representen y eso vale. Las palabras le duelen. Miente bien, lo logra. Logra dejarnos con las ganas. De que nos hubiera dado más de lo que nos da. Y, si bien, esto pudiera parecer negativo, no lo es. Porque, claro, si Camanchaca se hubiera descrito de principio a fin hubiera sido exactamente igual a que el Bayer le hubiera ganado al Manchester el `99. Y no estaríamos hablando de ese partido, y yo no estaría escribiendo sobre Camanchaca.
Camanchaca (Calabaza del Diablo, 2009), Diego Zúñiga.
El relato del partido es del libro?
no cacho