Los Fother Muckers de antes y los de ahora

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Todo cambia y los Fother Muckers no son la excepción. Para bien o para mal Cristian Ortega Puppo ha asistido a varios shows del cuarteto liderado por Cristóbal Briceño y, tal como éste siente ajenas sus primeras canciones, Ortega los siente ajenos a ellos. Un comentario para opinar.


Por Cristian Ortega Puppo

El reciente show de Fother Muckers en el Papagayo´s (el pasado jueves 4 de noviembre) tiene posibilidades de convertirse en una de las tres mejores presentaciones que les he visto. No tanto por las canciones elegidas (todas “hits”, excepto un extraño cover). Sino porque el lugar aguantó excelente, se escucharon bien (no así la última vez que los vi tocar en ese mismo escenario, hace unos meses, en donde sonaron excesivamente fuerte, con demasiados instrumentos y gente que le intentaba poner empeño arriba de la tarima). Esta vez tocaron los 4 Fother Muckers: Simón, Héctor, Cristóbal y Martín, sin acompañantes. Los justos y necesarios. Me tocó verlos desde un muy agradable segundo piso, y puse mucho oído a una de las intervenciones -de las que comúnmente hace entre canción y canción- Cristóbal Briceño: “Las canciones más antiguas las sentimos ajenas, como si fueran de otro grupo. Yo las escucho y digo ¿Qué habré querido decir con eso?”.
La primera vez que escuché las palabras “Fother” y “Muckers” juntas
No vi a Fother Muckers, sino que vi a Briceño cantando en el lanzamiento del disco Gran Santiago de Teleradio Donoso, invitado por su otrora parthner Álex Anwandter. Fue en el teatro Mori de Bellavista. Me colé en una función exclusiva para la prensa, en donde todos estaban muy atentos a lo que Teleradio Donoso podía hacer. Era la banda chilena más prometedora del 2007 y, junto con Juanafé, los más destacados de la nueva generación del Sello Azul. Álex invitó a “Cristóbal Briceño, vocalista de los Fother Muckers” (silencio absoluto, ¿qué demonios está hablando este carita de perno?). Y el invitado desconocido parte cantando “Tarde en la noche”, gritando, aullando, sintiéndola, doliéndose con ella, retorciéndose de tal forma que pareciera que siempre se va a tirar al suelo. Con el mismo abrigo y zapatos cafés que lo definió hasta hace un tiempo.
Sé que los Fother Muckers son tipos que se manejan con la ironía, ok. Pero los siento lejanos (sobre todo en lo que respecta a actuaciones en vivo). Totalmente distintos a esas dos fechas en el Café del Teatro, el año 2008. En la primera partieron con “Fuerza y Fortuna” con un obvio playback, y en medio de la canción Cristóbal dice “¡Paren, paren, paren, vamos a empezar de nuevo, nos salió mal!”. O en la segunda, cuando sube al escenario Briceño con una venda que le cubre todo el brazo izquierdo, y a medida que avanza la primera canción se la empieza a sacar de a poco hasta descubrir que en realidad no tiene ningún problema físico y éste dice: “Como siempre, todo es mentira”. A eso, sumémosle un vocalista que se sube a los amplificadores y se pone a escupir el escenario. O, el mismo vocalista endemoniado, que baja del escenario a beber de la cerveza de cualquier persona del público. Eso ya no pasa, y lo peor: uno sabe bien que no pasará. Uno sabe que Fother Muckers se parará en el escenario, entonarán –cada vez mejor, claro- sus nuevas canciones, los aplaudiremos y listo. Sería.

Ahora, claro está: Fother Muckers son famosos. O casi famosos. Responden a una mayor cantidad de público, los tocan en la radio, llenan donde se presentan. Hacen giras de norte a sur de Chile. Obvio, las cosas cambian, las necesidades también, el sello tiene que vender, los chicos ya  no son tan chicos. La cosa se pone más seria. Ahhhh, la vida misma.
De nuevo se me viene a la cabeza Briceño reclamando que la gente pida canciones antiguas. O sea, no reclamando, sino que aceptando que ya no les gusta tocarlas. Seguramente las han tocado mucho. “Fuerza y fortuna” unas quince mil veces. “A la primera”, diez mil. Rememoro los shows a los que he asistido. Son muchos. Me he comprado los tres discos más de una vez cada uno (creo que siempre son un buen regalo). Es muy probable que el problema no sean los Fother Muckers, sino que el problema sea yo. Porque he asistido a muchas presentaciones y puedo darme cuenta de cuando no tocan con ganas. Incluso cuando se equivoque Simón, sé que Héctor lo mirará con una sonrisa como queriendo decir “ejalé” o “upa!”. O saber que no les gusta tocar Fuerza y Fortuna (que contiene una de las frases que más me gusta: “Es tan claro lo que tengo que hacer, ayer lo soñé”)
Los Fother Muckers de ahora no son los de antes. No son mejores ni peores: son distintos. Para bien o para mal, el mundo ha sido siempre igual. Afortunadamente, para escuchar a los de hace un par de años siempre estarán los discos (y uno que otro vídeo en Youtube).

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