A veces la vida se toma su tiempo para darte lo que sueñas. Dieciséis años de espera, dieciséis años de historias, de pérdidas, de cambios, de crecer y de pronto, un día cualquiera, el destino te sienta frente a la banda que te acompañó en todo ese trayecto.

Llegamos a Santiago cansados, desgastados por el viaje y el calor que caía como castigo. El Estadio Nacional hervía, vibraba antes de vibrar. La entrada fue lenta, eterna, como si la vida misma estuviera midiendo nuestra paciencia. Pero cuando cruzamos el túnel y vimos el cielo abrirse sobre el escenario, el cansancio se fue, como si alguien hubiese apretado un botón invisible.
Richard Ashcroft abrió la noche, y su voz —marcada por los años, pero aún indestructible— fue el augurio de que algo grande estaba por venir.
Pero cuando las luces bajaron y la primera silueta apareció, ahí sí se acabó el mundo.

OASIS. JUNTOS. EN CHILE.
El estadio explotó. No se cantó: se rugió. La gente lloró sin vergüenza, hombres abrazando a sus amigos, mujeres gritando canciones que llevan dos décadas tatuadas en el alma. Era una mezcla de nostalgia, rabia, ternura, historia. Un terremoto emocional.
Liam salió como un rey maldito, con esa arrogancia que es templo y ruina a la vez. Su voz, intacta, sonó como si el tiempo le tuviera miedo. Tiró tallas que nadie entendió, puteó con cariño, desapareció y volvió como si fuese un ritual.
Noel, en cambio, era luz y calma: la otra mitad del universo Gallagher. Cuando cantó “Stand by Me”, miles de historias personales se abrieron al mismo tiempo. Yo lloré. Y no era solo la canción: era mi abuela, los años, el permiso que nunca me dieron, la vida que pasa sin pedir disculpas.

Pero esa noche, por fin, la deuda quedó saldada. Los hermanos se reconciliaron y eso se notó
El público fue una hermandad. Noventeros, cuarentones, cabros chicos recién llegados al culto. Nadie fue espectador: todos fuimos parte de la resurrección. Porque eso fue: una resurrección. Una banda que se creía perdida volvió a sonar como si nunca hubiese caído.
Dos horas que parecieron treinta segundos.
Una noche que no se olvida.

SETLIST – LA BANDA SONORA DEL REGRESO
- Rock ’n’ Roll Star
(La apertura que te revienta el pecho y marca el renacer)
- Morning Glory
- Supersonic
- Cigarettes & Alcohol
- Columbia
- Some Might Say
- Roll With It
- Stand By Me
(El momento en que el estadio entero dejó de ser multitud y se convirtió en un solo corazón)
- Acquiesce
- Slide Away
- The Masterplan – Noel
- Talk Tonight – Noel
- Whatever
- Half the World Away – Noel
- Little by Little
- Lyla
- Songbird – Liam solo
- Live Forever
(El himno que nos hizo sentir inmortales por un instante)
- Don’t Look Back in Anger
- Stop Crying Your Heart Out
ENCORE – EL FINAL QUE SE CUENTA A LOS HIJOS - Wonderwall
- Champagne Supernova
(La explosión emocional final)
- Don’t Go Away
(La despedida que dolió porque no queríamos que se acabara)

Por Loreto Stuardo
Fotografías: Radio Bíobio

