Reseña: Cuentos chilenos de terror (Norma)

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Tengo que admitir que empecé a leer Cuentos Chilenos de Terror sólo por curiosidad. Lo compré por la portada dibujada por Nelson Daniel y para leer los cuentos de Francisco Ortega y Jorge Baradit, dos escritores que entrevistamos en Pointzine. La adquisición y su lectura me llevaron a gratísimas sorpresas y más de algún temblorcillo pequeño en la parte baja de mi columna. Creo que los libros de cuentos son como los discos, hay que leerlos/escucharlos en orden y luego uno puede repetir los “hits”. Cuentos Chilenos de Terror es una compilación heterogénea, algunas de sus piezas brillan más que otras convirtiéndose en verdaderos deleites escalofriantes.

Por Fele Rodríguez

“La casa vacía” de Luis Emilio Guzmán abre la puerta del castillo embrujado. Personalmente una desilusión, mató mis expectativas con una sierra eléctrica como cual película slasher de los años ochenta, y me dejó agonizando hasta el final. Iba en la 426 devuelta a mi casa y decidí no continuar leyendo, así que guardé el libro en mi mochila y lo abandoné hasta el día siguiente.

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Era el turno de uno esperado: Francisco Ortega con su cuento “Setenta y siete”. Buen impulso. Renovó completamente mi disposición a continuar. Un relato bastante entretenido, una mezcla entre Expedientes Secretos X, Fringe y el ingrediente para hacer cualquier cuento de terror un éxito: zombies (condimentado por el autor de turno). Como acostumbra, Ortega juega con la historia y la hace calzar con alguna explicación paralela, una desviación de nuestro universo, “qué pasaría si”. Y como buen jugador, le resulta y le creí.

El siguiente es un nombre que escucho harto desde hace un tiempo, pero aun no había leído nada de él: Mike Wilson deja la vara altísima para los siguientes cuentos. Un punto alto de la antología y el que he releído más veces, tanto por su calidad como también la capacidad de haberlo hecho en tan sólo cinco páginas. Una buena historia de terror acostumbra a generar tensión paulatinamente, junto con el reiterado frío que sube desde la parte baja de mi columna y viaja a través de ella hasta tu nuca. Al final del relato, un giro en la historia hace explotar la tensión acumulada transformándolo en miedo, inquietud o desasosiego. Sin embargo, “Trigo” de Wilson, no se anda con rodeos. En los primeros párrafos ya te cuenta cómo es el panorama y desde ese momento, el terror se representa en la descripción de los hechos y no en los hechos mismos. Además tiene una fuerte carga de crítica social en un metáfora no menor como es una muralla que divide la ciudad.

Ya van dos “hits” y le sigue un autogol. “Pájaros” de Marcelo Simonotti peca de lo mismo que “La casa vacía”: bastante predecible. Creo que no puedes contar una historia de terror para la que estemos preparados. Ojalá nos pillé desprevenido y nos robe nuestra seguridad de un lanzazo. El relato parte con un par de clichés, pero engancha. Me recuerda un poco la serie de televisión Haven, o al menos así relacioné el pueblo al que viaja el protagonista. Pero este entusiasmo prematuro se transforma en desilusión rápidamente. Los diálogos son débiles, me suenan de antes, siento que los he escuchado. Podríamos decir que son conversaciones genéricas para una historia de terror. Incluso que está mal escrito. Sin embargo, envalentonado por haber salido ileso de los últimos tres cuentos, termino rápido “Pájaros” y cavo mi propia tumba, literalmente, para una historia a la que no estaba preparado. Jorge Baradit se manda el monologo metafísico/filosófico/esotérico/religioso de un muerto en “Enterrado”. Otro punto fuerte de la antología. Tres a dos. Si el temor a la muerte para algunos era injustificado, ahora hay razones de sobra para aferrarse a la vida. Un muerto delirante y resentido con su Dios: desmitifica todas las concepciones cristianas sobre la muerte y te cuenta el desagradable panorama que nos espera.

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Luego del cuento de Francisca Solar, llego rápidamente a “Dante” de In Absentia Mortis, cómic que por cierto se puede ver en la página www.mortis.cl, donde Ítalo Ahumada y Mauricio Ahumada demuestran magistralmente que el lenguaje es también la imagen. La historia transcurre en seis sesiones de terapia, seis días distintos entre un asesino en serie que se hace llamar Dante y un médico que intenta dar explicación científica a lo que cuenta su paciente. Los diálogos rápidos y precisos. Es en resumen un partido de tenis entre ambos protagonistas. “La Bestia” de Carlos Tromben, quizás el punto más bajo del libro y como leí en una crítica de Patricia Espinosa para LUN: “…luce una ingenuidad sin nombre al poner como centro de la anécdota a un león que perturba la vida de un condominio”. Terror ridículo como el de la película Trolls 2, considerada por muchos como la peor película de terror de la historia. Finalmente la antología cae bien parada. Termina con “Démeter” de Daniel Villalobos, de lo mejor en todo el libro. Una historia escrita a modo de carta póstuma que narra la vida resumida del protagonista, historias de marinos y guerra, violencia, locura y la concepción de un siglo que termina junto a Josef Isak Benjakan.

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