Reseña: Cuidad Capital de Esteban Escalona

Reseña: Cuidad Capital de Esteban Escalona

Contar historias de las que no salen en ningún lado. Esa fue la intención de Esteban Escalona. Y el intento no fue menor: escribir un primer libro con lo que tenía en la cabeza y, aprovechando la realidad, de lo que vio es la consigna de “Cuidad Capital”, el compendio de cuentos que presenta Editorial Chancacazo.
 

Por Mauricio Aravena Z


El libro que reseño a continuación es como un blog. Está atravesado por esa vertical necesidad  de contar historias de personas que desarrollan labores o viven situaciones, que no salen recurrentemente en ningún lado. Las que sean. Algunas necesarias, otras están demás. Pero si nos quedamos en la intención, vale. Ahora si lo proyectamos aún más, Esteban Escalona queda en deuda con el lector.
 
Ocurre lo siguiente.
 
No basta muchas veces tener la claridad de simplificar las ideas en textos de mediana extensión para que quede redondo. Hay un juego que se torna necesario y es el de decir mucho, en muy pocas acciones. Ojalá que en un cuento no ocurra una vida en tres páginas. Sino un fragmento de ella, minúsculo y exacto, que sea necesario para entregar el mensaje de forma clara. Tal vez sólo sea cuestión de estilo, pero la medida intrínseca de un buena narración en comparación a una mala, se regulariza con la satisfacción final al momento de terminar de leerlo. Cuidad Capital es irregular. Tiene momentos delirantes y otros, para el olvido que le valen un “sin comentarios” en el post.
 
La analogía la hago por el simple hecho de que, desconociendo absolutamente el método que tiene para escribir Escalona, le fue necesario tener una cierta exposición pública para tantear sus textos. Y para eso, hace algunos años se inventaron los blogs: comunidades enteras dispuestas a leer lo que los mismos usuarios escribieran, por muy personales y egocéntricos que fueran sus cuentos. Por supuesto que hay excepciones (me imagino), en donde el autor se defendió en todo momento de su edición y criminalidad al momento de decidir si el resultado le entregaba cierto agrado o no, y fue él quien optó finalmente cuál sería el resultado. Probablemente sean muchos los que no permiten que nadie más lea lo que escriben, hasta tenerlo completamente listo. Probablemente sea así, pero Esteban Escalona tuvo la oportunidad, y cómo se mueven los tiempos hoy en día, otra cosa es con guitarra. Sus blogs no sobrepasan el post publicado y por el contrario, ya tiene un original dando vueltas por las librerías.
 
Acá su riesgo.
 
Cuando no se ocupan correctamente las herramientas disponibles, se corre el peligro de publicar por primera y única vez. Pasa la mayoría de las veces, y en todas las editoriales en general. Es quemarse antes de tiempo y no estar preparado. Y me atrevería a decir que Escalona, si Diego Álamos Mekis así lo quiere (editor de Chancacazo), merece un golpe certero en un próximo libro.
 
El problema recae en que como bien dice Marta Blanco en la contratapa “Vale la pena leerlo para recordarnos que el mundo no solo somos nosotros, sino aquellos que no vemos, no consideramos, no existen en la presurosa vida capital contemporánea”. Me refiero que, al ocupar elementos cotidianos para todos nosotros, por muy aventurado y significativo que sean los personajes disponibles en cualquier esquina de nuestra ciudad, inevitablemente se cae y cayó Escalona, en lugares comunes. Sin mayor novedad en la atmósfera de la que ya conocemos. Si bien su narrativa es simple y bien limpia, no existe un mayor aporte al dejarnos sin aliento. Reacción natural que para mí genera un buen escritor. Pero a su favor posee un humor fresco y a punta de lengua que pocos autores tienen. Nos hace reír porque hemos vivido o reaccionado como los personajes. Lejos lo más rescatable del libro.
 
Los títulos en muchos cuentos (“Esto de ser un latin lover”, “¿Cómo andamios? Y ¿Así de fácil?) son olvidables. Casi fuera de onda.  En otros como “Fuego”, Ascenso”, “El violín” o “Cada día” se acerca más a la esencia y profundidad del texto. Por eso estipulo que la ruleta rusa de acertar en algunos cuentos y otros no, se debe al básico ejercicio de disponerlos a la opinión pública de un blog. Sólo así se podrá evitar tener un compendio de cuentos reunidos bajo un título, a un título que ejemplifica muy bien lo que dice cada uno de ellos. 
 
 
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Regalamos un ejemplar de “Ciudad Capital” entre todos nuestros seguidores en Facebook. Sólo haz Me Gusta y ya estás participando. 


La ganadora es Javiera Ka-Boom. Felicidades y gracias a todos los que participaron
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