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Jala disco | Arcade Fire – The Suburbs

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Por Alejandro Gomez

Me gusta la gente rara. De esas que vomitan, sonríen  y se vuelven a dormir, sin lavarse los dientes. De esas que prefieren un abrazo a un beso. De esas que no lloran, pero sienten más profundo que cualquiera. De esas que aprovechan el lado vacío de la cama para estirarse.  Eso pienso, mientras ella me dice que ya no me quiere, que el problema soy yo, no ella. Miro por la ventana y presiono mentalmente el reproductor de mi  mente. Arcade Fire comienza optimista, suena The suburbs, me siento letal, magnifico, sonrío y prendo otro cigarro mientras ella me vuelve a repetir que no fume, que le carga el olor a cigarro. Astuto, miro por la ventana, las calles, la gente feliz, la gente que se ve como si no tuviera problemas. Para algunos es tan fácil fingir que todo está bien. Ella sigue dándome explicaciones para terminar conmigo, la sensación es tan conocida que me da lo mismo si termina pronto o no. La sensación es frágil pienso, mientras Ready to Star y Modern man, alimentan el grito desesperado por pegarle un palo en la cabeza para que se calle. Solo la miro, con paciencia, con rabia, con tristeza. Dejo cinco lucas sobre la mesa, me paro y vuelvo a casa, siento que por fin se calla. El sonido eléctrico de este nuevo disco, me da impulsos nerviosos, quebradizos, que me gustan, sonrío.

 

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Empty Room, miro el techo mientras el repetitivo sonido de un disco de culto me repite una y otra vez que estoy solo, que no hay nada más allá afuera, que solo estoy mas seguro. La voz burlesca y la multienstrumentalización de los canadienses me tiene enfermo, de corte tímido, de atmósfera impecable The suburbs (2010) son 20 tonariles, cada uno con un efecto mas aturdidor, pero delicioso.

Los de Montreal comienzan la sesión Half Ligth I y su continuación, y creo querer romper algo. Miro el techo, se desvanece, se pierde, gira y vuelve a su sitio. El problema soy yo, no los demás, me repite una y otra vez en eco esquizofrénico de una voz que no sé de donde viene. Un disco de golpes precisos, cautivadores, relevantes, de esos que vuelves a escuchar cuando crees sentirte igual como me siento yo ahora.

 

Me miro al espejo, hay una foto mojada en el lavatorio, la tiro al water, me afeito al ritmo anfetaminado de Month Of May, aunque es noviembre, pienso, y sigo el ritual de lo habitual, me ducho y dejo que el agua me limpie, no hago esfuerzos, salgo desnudo y pienso que lo que escucho me hace mal, Wasted Hours me hace mal, pero me gusta. Me gusta la gente rara porque no se preocupa, ni se ocupa, me gusta porque tiene el ritmo de este disco, subo el volumen y me hago el dormido. El sonido espeso de la banda se cuela en mi mente, me desconcentra, me hace tomarle atención.

We Used To Wait, un temón rescatable que me hace recordar cuando era feliz. Quiero llorar, pero no me salen las lágrimas, hago el intento, pero no hay caso, hace mucho que no lo hago, quizás se me olvidó.

 

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Yo soy el problema, se me olvidaba. Me han dejado tantas veces que la sensación es familiar. Sprawl (Flatland) y Sprawl II (Mountains Beyond Mountains), se hace tener esperanza, creer en una vida y en un mundo nuevo, donde no pudiera recordar esas sensaciones familiares. Estoy drogado, cansado, pateado, solo. Duermo para despertar y comenzar un nuevo día.  Me gusta la gente rara, porque se pasa rollos cuando escucha un disco.

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