El fin de LCD Soundsystem estaba escrito desde julio-agosto del 2010 o incluso desde antes: Luis Lles entrevista a James Murphy para Rockdeluxe y de sus palabras se desprende un leve olor a muerto fresco: “Cada vez estoy más convencido de que este va a ser el último disco de LCD Soundsystem. Cuando tenía 30 años me prometí a mí mismo que lo dejaría cuando cumpliera los 40, y ya los tengo”. Dicho y hecho, se confirma el funeral para el 2 de abril en el Madinson Squeare Garden de Nueva York, mientras que la caravana fúnebre de beats pasará por Santiago el próximo 27 de febrero con una presentación que nos gustaría, no fuera la última. Debut y despedida en nuestro país para una de las bandas más influyentes de la escena indie-disco-punk mundial, década 2000. Para esto, Diego Salinas, nuestro columnista de música, se saca los prejuicios de las etiquetas musicales y desmenuza el último trabajo existente de “Murphy Co”.
Fotos: Rocktails.com.ar
Estilo: LCD Soundsystem
Por Diego Salinas F.
No sé por qué, pero siempre he tenido el mal (o buen) hábito de mirar con recelo a las categorías musicales compuestas, sobre todo aquéllas de dos o más estilos absolutamente diferenciables y consolidadas per sé. Por supuesto que no me incomoda escuchar un disco de Led Zeppelin o de Queen y leer en alguna revista que lo primero es “Rock psicodélico” y lo segundo “Rock progresivo”. Para mí, ambos son simple y sencillamente Rock. No obstante esta concepción casi relativista de la música rock –o derivada de ella- se vuelve insostenible cuando escuchamos bandas nuevas o al menos, relativamente nuevas.

Recientemente, he descubierto que esa angustia se intensifica cuando me acerco a bandas que tocan “electro-algo”, es por ello que inconscientemente las evito. Con los LCD Soundsystem me ocurrió algo curioso. No los conocía –por no decir que evitaba enterarme de su existencia- hasta el año pasado, cuando llegó a mis manos el “This Is Happening” (2010). Mis expectativas eran altas con el disco, porque en varias páginas web lo consideraron el mejor del año. Ocurrió que traté de hacer caso omiso a todas las referencias que había de la banda en internet, y del disco en particular, y simplemente lo escuché. Para mi asombro, no hubo tensión ni angustia alguna. Escuché sintetizadores, beats, samples, baterías y guitarras conviviendo en una absoluta armonía. Tuve la impresión de que estos tipos se la pasaban en el laboratorio creando fórmulas que integraran dosis exactas de cada compuesto, vale decir, con una prudencia obsesivamente pulcra, de tal forma que produjeran la ilusión en el oyente de estar contemplando algo en su estado puro.
El disco abre con “Dance Yrself Clean”, canción con percusiones, un teclado muy sobrio, arreglos electrónicos que van en la misma línea y juegos vocales. Si bien luego se vuelve un poco más intensa, introduciendo unos syntes más agresivos y una voz más atrevida, es una mezcla que perfectamente podrían haber hecho los Beach Boys si siguieran grabando discos. “Drunk Girls” es el single. A mi juicio, hecho con esa intención pues se diferencia bastante del resto: melodías pegajosas y repetitivas guitarras punk simples que quedan resonando en la cabeza por un largo rato y, el factor más revelador, dura sólo 3:44, mientras que el resto de las canciones del disco superan los siete minutos y medio. “One Touch” es el track más bailable. Sueltan la pista y van introduciendo arreglos muy dinámicos. La canción tiene muchos matices, a pesar de su extensión y del verso que se repite durante casi toda la canción: “One touch is never enough”. El track cuatro, “All I Want”, es un excelente respiro: los LCD nos muestran que los amplificadores y la batería no están empolvándose en un rincón en el estudio. Es una muy agradable sorpresa escuchar incluso esos segundos tan íntimos de la banda previos a comenzar a tocar, con acoples propios del ajuste de volúmenes y los cuatro golpes de baquetas al aire. Los últimos dos tracks del disco son también interesantes porque, si bien ya derechamente está la banda frente a los teclados y los computadores, hay una experimentación interesante en donde siguen utilizando voces, que en parte hacen que la extensión de las canciones no sean un problema para quien está acostumbrado al formato radial de 3:30; sobre todo en “Home”, canción que tiene una melodía bastante amena y fluida, y con una letra un poco más extensa que el resto de las canciones.
La sorpresa que LCD Soundsystem me produjo con el disco dejó de causarme extrañeza cuando leí algunas entrevistas y biografías. Resulta que la imagen de científicos trabajólicos y obsesionados que visualicé no estaba del todo alejada de la realidad. James Murphy (40 años), líder de la banda, además es un productor muy destacado. Es decir, estamos ante un tipo que no sólo se encierra a construir complejas fórmulas en su laboratorio, observando resultados en su propio trabajo, sino que además se dedica a la ciencia aplicada: ha producido discos de bandas del nivel de los Rapture.
Para los que pertenecen más al bando de las guitarras y del formato clásico de banda, y necesitan mirar el mapa de vez en cuando al escuchar música de territorios poco conocidos como son los del “electro-cualquier-cosa”, This Is Happening no les servirá. Por el contrario, el disco de LCD Soundsystem los invitará a renunciar a los mapas y a dejar de lado los prejuicios que invocan siempre los rótulos o las categorías compuestas. Si tienen suerte, comprenderán que el “rock-algo” y el “electro-algo” pueden estar en la misma trinchera, pues son territorios que pertenecen al mismo dominio cuando las mezclas de las guitarras con los computadores, se hacen con la sabiduría y la prudencia que se requieren.
Título: New York, I Love You But You’re Bringing Me Down